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Diagnóstico y Factores de Riesgo
Diagnóstico y Factores de Riesgo

Actualmente no existe una prueba para diagnosticar de manera precisa si un paciente padece de Alzheimer. Por esta razón los doctores dependen de una variedad de pruebas y estrategias para poder determinar y diagnosticar esta enfermedad neurodegenerativa, cuyo síntoma más común es la demencia. Para poder realizar un diagnóstico de Alzheimer se utiliza el historial médico y la presencia de diferentes síntomas, diferentes evaluaciones físicas y de estado mental, estudios de imágenes cerebrales y exámenes neurológicos (Imagen 1). El diagnóstico, tratamiento y manejo de esta enfermedad depende de que los síntomas que presente el paciente se encuentren dentro de los patrones de disfunción de memoria y pérdida funcional de la independencia (Weller & Budson, 2018).

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Imagen 1: Diagnóstico de Alzheimer. Recuperado de https://www.kindlycare.com/alzheimers-disease-symptoms/

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Una de las pruebas ya aprobada para diagnosticar el Alzheimer en una etapa temprana es la tomografía por emisión de positrones (PET). A través de esta prueba se puede medir el metabolismo de glucosa, lo que resulta en un diagnóstico sensitivo y específico para esta enfermedad. Se ha observado que las personas que padecen de la enfermedad de Alzheimer contienen una reducción en el metabolismo de glucosa en las regiones parietales temporales bilaterales y en la corteza cingulada posterior (Ballard et al., 2011). Este es uno de los diagnósticos más comunes y se ha identificado que su sensibilidad y especificidad es de 86% (Imagen 2).

Imagen 2: Neuroimagen de un paciente con la enfermedad de Alzheimer y una persona sana. Datos de Ballard et al., 2011.

Otra de las maneras para diagnosticar el Alzheimer es el MRI estructural semi-cuantitativo. A través de esta técnica se desea observar si hay diferencias en el lóbulo medial temporal entre posibles pacientes de Alzheimers y pacientes saludables de la misma edad (Ballard et al., 2011). Este es otro de los diagnósticos más comunes y se ha identificado que su sensibilidad y especificidad es de más de 85%.

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Imagen 3: Atrofía progresiva en la enfermedad de Alzheimer presintomática. Datos de Ballard et al., 2011.

Actualmente se están utilizando técnicas de manera exitosa en pacientes con Alzheimers y aquellos en riesgo de desarrollar la enfermedad (Imagen 3). Utilizan técnicas para medir el volumen del cerebro y de partes específicas del mismo con la intención de comparar los cambios en atrofia en pacientes saludables, pacientes desarrollando la enfermedad y pacientes en diferentes etapas de la enfermedad (Ballard et al., 2011).

 

No es hasta luego de la muerte que se puede realizar un diagnóstico definitivo del tejido cerebral a través del fluido del CSF y los biomarcadores presentes en un análisis de tomografía por emisión de positrones (PET), en combinación con unos criterios clínicos presentes en durante la vida de la persona. Este se confirmó histopatológicamente con la presencia de una gran cantidad de nudos neurofibrilares (NFTs) y placas neuríticas en la neocorteza del tejido cerebral luego de la muerte (Dawbarn, D., 1995). Los pacientes de Alzheimer podrían beneficiarse de técnicas que le permitan conocer de su diagnóstico en una etapa más temprana. Por esto es importante conocer los factores de riesgo y las señales de advertencia de esta enfermedad neurodegenerativa.

 

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Se ha observado una correlación entre estos factores de riesgo y el Alzheimer, por lo que se entiende que esta enfermedad se puede deber a varios factores y podría prevenirse. Cabe recalcar que el factor de riesgo que más influye en varias enfermedades neurodegenerativas, tal como es el Alzheimer, es el envejecimiento debido a que se ha observado que uno de cada diez individuos de sesenta y cinco o más años tiene Alzheimer y su prevalencia continúa a medida que sigue envejeciendo (Hou et al., 2019). Stern, Y. (2012) expone en su artículo que la actividad cognitiva, social e intelectual ha demostrado una reducción en el declive cognitivo y en la demencia ya que incrementa la capacidad del cerebro de resistir los efectos causados or daños neuropatológicos.

 

Debido a que el declive rápido en la memoria es característico de Alzheimer la investigación es fundamental para realizar avances en el conocimiento actual y, por ende, desarrollar terapias cuyo efecto sea reducir el declive rápido en la memoria. Una de las metas en la investigación del Alzheimer es que se pueda realizar un diagnóstico de Alzheimer a través de una prueba de sangre o utilizando biomarcadores específicos a las etapas tempranas. Una prueba sencilla, que permita diagnosticar Alzheimer antes de que la enfermedad progrese a una etapa tardía permitiría que los pacientes comiencen el cuidado necesario lo antes posible, lo que entonces le permitiría recibir el tratamiento óptimo. Incluso, permitiría que el paciente y la familia se pueda preparar con más tiempo para realizar los ajustes necesarios y para tomar las decisiones necesarias. Esto podría mejorar la calidad de vida tanto del paciente de Alzheimer como de su familia. Debido a que se estima que alrededor de 24 millones de personas a nivel mundial sufren de demencia, ha aumentado la urgencia en el desarrollo de un diagnostico temprano y un tratamiento exitoso.

Aunque no se conoce la causa de la enfermedad de Alzheimers, a través de estudios observacionales se han logrado identificar varios factores de riesgo (Crous-Bou, Minguillón, Gramunt & Molinuevo, 2017). El Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos ha nombrado entre estos factores de riesgo:

  • Depresión

  • Inactividad mental y física

  • Hipertensión

  • Obesidad

  • Diabetes

  • Edad

  • Sexo

Referencias:

Ballar, C., Gauthier, S., Corbett, A., Brayne, C., Aarsland, D. & Jones, E. (2011). Alzheimer’s disease. The Lancet, 337(9770), 1019-1031. 

       https://doi.org/10.1016/S0140-6736(10)61349-9

Crous-Bou, M., Minguillón, C., Gramunt, N., & Molinuevo, J. L. (2017). Alzheimer's disease prevention: from risk factors to early   

       intervention. Alzheimer's research & therapy, 9(1), 71. https://doi.org/10.1186/s13195-017-0297-z

Dawbarn D.  (1995). Neurobiology of Alzheimer's disease. BIOS Scientific Publishers Ltd.; Oxford, UK

Hou, Y., Dan, X., Babbar, M. et al. Ageing as a risk factor for neurodegenerative disease. Nat Rev Neurol 15, 565–581 (2019). 

       https://doi.org/10.1038/s41582-019-0244-7

Stern Y. (2012). Cognitive reserve in ageing and Alzheimer’s disease. Lancet Neurol. 11(11):1006–12. doi: 10.1016/S1474-4422(12)70191-6.)

Weller, J. & Budson, A. (2018). Current understanding of Alzheimer’s disease diagnosis and treatment. F1000Research, 7, F1000 Faculty

       Rev-1161. https://doi.org/10.12688/f1000research.14506.1

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